Huesca

SALUD

“Hacemos cada día cosas mucho más difíciles que dejar de fumar”

Ana Tarongí, médica especialista en Tabaquismo, explica el proceso de deshabituación tabáquica

Casi uno de cada cuatro españoles mayor de edad fuma habitualmente.
Casi uno de cada cuatro españoles mayor de edad fuma habitualmente.
Laura Ayerbe

“Capaces somos todos. Es muy difícil levantarse cada día para ir a trabajar y lo hacemos a diario, también preocuparnos por los hijos”. Ana Tarongí, médica en el Centro de Salud de Ayerbe y máster en Tabaquismo, parte de esta premisa para señalar que dejar de fumar, aun siendo muy difícil, es algo al alcance de la mano. “La mayoría de las personas han hecho cosas más difíciles en su vida”, insiste.

Fuerza de voluntad, un planteamiento “serio” -“no es decir lo dejo mañana”- y planificación son tres aspectos imprescindibles para dejar atrás el humo. Y si es necesario, el futuro exfumador también puede acudir al centro de salud o a la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) para recibir ayuda adicional en lo que Tarongí califica de “la mejor inversión de salud que se puede hacer”. “No hay absolutamente ninguna otra actividad ni ninguna actuación médica que vaya a producir mayores beneficios a corto, medio y largo plazo”, abunda.

Y los datos le dan la razón: 8 de cada 10 cánceres de laringe y pulmón están causados por el tabaco, así como la mitad de los de vejiga. Y eso sin detenernos en otros muchos problemas de salud que sufren los fumadores.

Aunque el porcentaje de fumadores ha ido bajando en las últimas décadas, el 23 % de los españoles mayores de 15 años sigue siendo fumador habitual (el 27,6 por ciento de los hombres y el 18,6 por ciento de las mujeres), aunque ya hay más exfumadores que fumadores, porque un 25,7 por ciento de la población lo ha conseguido dejar ya.

Atención en los centros de salud

Tarongí explica que los centros de salud tienen o bien unidades monográficas contra el tabaquismo o bien lo gestiona el médico de cabecera. No hay diferencia entre un modelo y otro “y la atención es igual”, subraya la médica especializada en la lucha contra el tabaco, quien detalla que la única diferencia es organizativa.

Cuando un paciente acude a la consulta para dejar de fumar hay que “planificar una fecha cercana” para olvidarse del tabaco y esta no debe pasar de un mes desde la consulta. “Ese es el día D, que requiere preparación previa porque hay una posibilidad mucho más alta si hay concienciación y preparación”, afirma.

Esa preparación previa pasa por valorar cuáles son las situaciones de mayor riesgo de recaída, dónde se fuma más o cuáles son los cigarros más placenteros, que son “los más difíciles de quitar”. Es en estas situaciones donde más valiosa se hará la concienciación y preparación.

Uno de estos ejercicios previos -cuando ya se empieza a fumar menos- es el de llevar un cuaderno de autoregistro, que consiste en aguantar 5 minutos “de reloj” cuando se tiene ganas de echar un cigarrillo. “Se fume o no, hay que apuntar hora, situación y sobre todo si ha sido placentero”, dice Tarongí sobre una técnica que ayudará a prepararse para el Día D y posteriores.

Un año para ser considerado exfumador

Los médicos hacen seguimiento de estos pacientes y es “fundamental” llevar a cabo una terapia cognitivo-conductual durante “bastante tiempo”, ya que alguien no se puede considerar exfumador hasta el año.

Asimismo, pueden recetar sustitutivos (parches, chicles o sprays, no financiados por la Seguridad Social) o pastillas, como actualmente el Todocitan -sí financiado-, pero Tarongí subraya que no hay ningún medicamento milagroso. Ayudan para superar la dependencia física (de alrededor de un mes), pero Tarongí advierte de que “no hay nada que vaya a hacer el trabajo por ellos. Solo la voluntad, el empeño y la planificación”.

El proceso para dejar de fumar, o deshabituación tabáquica, se divide en dos partes.

La primera es quitarse la dependencia física, lo que se denomina el síndrome de abstinencia -el mono, popularmente- y que dura aproximadamente un mes. En esta fase sí pueden ayudar los sustitutos de la nicotina o medicamentos como el Todocitan.

Superada esta fase, llega el momento de vencer la dependencia psíquica, que “es la más grande” y contra la hay que estar prevenido siempre “porque si se vuelve a tener contacto (con el tabaco), hay posibilidades muy altas de recaer”.