Opinión
Por
  • PASCUAL ASCASO

De la corrupción al despilfarro

El Aeropuerto Huesca-Pirineos, el Palacio de Congresos y el AVE -todos en Huesca- están en la lista nacional de despilfarro público con un costo de 290 millones de euros. Ahí es nada. Pero a esto, cuantificado por expertos, yo añado mucho más de lo que en Huesca está sucediendo y que en más de alguna ocasión ya he dejado constancia de ello.

Por eso añado a lo anterior, aunque sea reiterativo: El pantano de Montearagón que es un pozo sin fondo al que no se le saca ninguna rentabilidad, ni pequeña ni grande, después de un montón de años que se dio por terminada la obra; la UZ lleva gastado en el Seminario 237.000 euros sólo para que no se caiga y allí sigue sin sacarle ningún provecho como si fuera un edificio de tres al cuarto; en la Muralla sucede otro tanto de lo mismo, donde se invierte cantidades de dinero, de ciento a viento, sin conseguir que no se siga cayendo ni que muestre mejor cara; los 500 millones de pesetas, fíjense si hace tiempo que se adquirió que hablo en pesetas, que se gastaron en la compra de la Granja San Lorenzo allí están enterrados, cuando nos dijeron que eso iba a ser el no va más para la ciudad; el Museo Beulas allí está, con más pena que gloria, cuando nos lo vendieron como el Museo Contemporáneo de Aragón, ¡qué ilusos! Y así podría seguir engordando la lista de inversiones ruinosas, porque ejemplos no faltan.

Invertir sin asegurar una rentabilidad es no tener los pies en el suelo y por lo tanto no es inversión sino despilfarro. Cuántos deben ser, entre corrupción y despilfarro, los millones que se llevan perdidos en este país, a juzgar por lo que sucede en una de las ciudades más pequeñas de España como es Huesca.

Los impuestos, a todos los niveles, los suben como la espuma, pero la gestión posterior que se hace con lo recaudado por los mismos -al estar en manos inexpertas, corruptas y derrochadoras- nos hacen estar siempre en unos números rojos escalofriantes. Y es que entre la corrupción y el despilfarro que existe es imposible salir a flote. Somos un submarino sin poder ver nunca el sol, porque el lastre de la corrupción y el despilfarro no le permiten emerger.