Opinión
Por
  • ENRIQUE SERBETO

¿Para qué sirve un referéndum?

¿Para qué sirve un referéndum?
¿Para qué sirve un referéndum?

Salvo que se produzca otro golpe de efecto -que no es descartable en absoluto- este martes vamos a asistir al extraño trámite que será la votación sobre la ratificación del Tratado para la Retirada del reino Unido de la Unión Europea. Los diputados de la Cámara de los Comunes rechazarán con toda probabilidad este texto negociado por la primera ministra Theresa May y que la Comisión Europea dice que es "el mejor y el único acuerdo posible" para un Brexit ordenado. Y a partir de ahí nadie sabe qué puede pasar, si May dimitirá y convocará unas elecciones anticipadas o si iremos a ese divorcio sin reglas ni buenas palabras.

Y así estamos cuando faltan poco más de dos meses para el 29 de marzo en que las reglas marcan que se producirá inexorablemente la desconexión de la que tantas cosas dependen. La primera ministra sabe que perderá esa votación, pero no tiene más remedio que defender su posición con uñas y dientes y se niega a lo que parece más sensato en estos momentos, que sería la convocatoria de un segundo referéndum, porque -dice- ello rompería con la confianza de la población con el sistema político. Me ha venido a la cabeza una cita de Alexis de Tocqueville en su célebre obra "La Democracia en América" que más o menos viene a preguntarse "¿cree usted que los votantes están mejor preparados para discernir las razones de su opinión en los recovecos de una cuestión tan compleja que hasta los hombres más experimentados dudan?". A simple vista se ve que no, pero eso era aún más verdad en el momento en el que se planteó el referéndum en 2015, porque como se ha demostrado casi todos los argumentos de la campaña eran falsos y gran parte de los votantes estaban poco o mal informados para tomar una decisión sobre la que sus representantes tampoco son capaces de discernir.

De ahí se deduce claramente que un referéndum no es siempre el método más práctico para resolver un problema, sino que, al revés, puede que sirva para hacerlo aún más complicado. La democracia no es como un mecanismo de relojería, exacto y eficaz e insensible. Se parece más a un biotopo, donde todo se juega a base de delicados equilibrios entre intereses y emotividad. Los políticos británicos perturbaron en su día esa armonía inestable y ahora no son capaces de restablecerla. Conozco a otros dirigentes que no están tan lejos de nosotros y que insisten en que un referéndum es la única forma de resolver el problema que ellos mismos han creado. Es evidente que se equivocan. Tal vez si Puigdemont se hubiera ido a Londres en vez de a Waterloo, ahora se habría dado cuenta de la calamidad que ha creado y de lo insensato de sus planteamientos.