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Deberes, jornada, innovación educativa

El debate sobre los deberes escolares llega a Aragón por orden de Boletín Oficial. Deja en manos de cada centro la articulación de las tareas de acuerdo con objetivos pedagógicos, adaptándolos a los perfiles de los estudiantes y contando también con la iniciativa del alumnado. Paralelamente, el Departamento de Educación ha validado cuatro proyectos que se suman al cambio de la jornada. Y, mientras, en una acción que es positiva y en la que hay que profundizar, se incide en el fomento del espíritu emprendedor, sin lugar a dudas una de las grandes asignaturas pendientes de nuestro país a tenor de las investigaciones demoscópicas que desvelan unas carencias inquietantes.

La discusión en torno a los deberes escolares representa, en verdad, un desafío para no dejarnos llevar por la comodidad de padres, de profesores o de alumnos sino por la balanza en equilibrio de valores como el esfuerzo, la organización y la gestión del tiempo. No es sencillo comprender las posturas maximalistas que abogan por la eliminación definitiva de los trabajos que los docentes reclaman para fuera de las aulas a los estudiantes. Pero quizás haya que buscar las metodologías precisas para optimizar el dietario de las chicas y los chicos para que los rendimientos sean los que todos deseamos dentro de un sistema de enseñanza de calidad. Aunque es una opción que cada colegio escoja su propio rumbo, no será admisible un caos de cientos de soluciones a las mismas necesidades, porque en ese caso estaremos condenando a quienes están inmersos en un entorno menos exigente frente a los que abogan por una racionalidad y una ponderación. Ante los nuevos tiempos, hay que dar nuevas respuestas, que no entienden de las prisas tuiteras ni de la digitalización mal entendida, sino de una reflexividad y un debate serios y sin ventajismos.

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