Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La Convención del Partido Popular

Hubiera firmado Pablo Casado el balance que ahora puede escribir de la Convención España en Libertad con la que quiso reforzar su liderazgo y, de paso, reafirmar los principios programáticos del Partido Popular. Una situación con ciertas concomitancias a la de hace treinta años cuando, bajo la expresión "Ni tutelas ni tutías" de Manuel Fraga, José María Aznar adquirió el compromiso de refundar la antigua Alianza Popular con el objetivo de convertirla en una fuerza de gobierno capaz de aglutinar un espectro de electorado más amplio. Una realidad, sin embargo, sustantivamente distinta a aquella, después de años de regir los destinos de España y de disfrutar y padecer alegrías, satisfacciones por su hoja de servicios al país y también la profunda tristeza de la corrupción. Sintomáticamente o no, esta coyuntura política ha arribado con el cambio en Andalucía, impensable no hace lustros, sino apenas hace dos meses.

Pablo Casado ha concitado la presencia de Mariano Rajoy y de José María Aznar, sus dos predecesores, distintos y distantes a día de hoy, complementarios en sus discursos en la Convención que han sido el espejo de sus respectivas personalidades. Rajoy, reclamando el sostenimiento de un partido que no admita sectarismos. Aznar, reivindicando pluralidad y esfuerzo para absorber el máximo arco sin perder de vista unos principios claros. Ambos reconocieron y ensalzaron la figura de Casado como líder del PP en un tiempo complejo, donde no sólo ha perdido el gobierno sino que el bipartidismo no puede asegurar la alternancia sin la alianza o aquiescencia de compañeros incómodos. Un escenario en el que un partido de gobierno, como los dos que han llevado las riendas de España, ha de mostrar firmeza, integridad, versatilidad, altas miras y horizontes lejanos.