Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Modelos de huelga anquilosados

En la era de la digitalización, muy pocos usos se han sustraído a la influencia de de la evolución. O se nada a favor de la corriente, o arrolla, apenas existen términos medios, aunque, haberlos, los hay. El 15 % de las profesiones actuales eran desconocidas hace apenas dos décadas. Y se calcula que, en pocos lustros, el 50 % de los oficios son hoy ignotos e insospechados. Sin embargo, hay fenómenos como las huelgas cuyos modelos se corresponden con los que fueron implantados el pasado siglo, e incluso en algunos aspectos hace dos centurias. Obstrucción de la normalidad ciudadana, piquetes generalmente mal llamados informativos, intención de impedir el funcionamiento de sectores estratégicos del país o de la región… El paro de los taxistas y sus acciones representa una prueba –entre muchas- palmaria.

Reducir la responsabilidad a las organizaciones convocantes sería una simplificación no sólo injusta, sino además estéril. El sistema exige una escenificación que comienza con la negociación, que se rompe por la incapacidad de hacer confluir las posturas, prosigue con la movilización, la otra parte entiende la presión cuando el resultado es insostenible, vuelve el diálogo y se llega al punto que podría haberse alcanzado en los encuentros primigenios, con cesiones y concesiones. Esta ecuación habrá de ser variada, porque ahora concurren otros factores desestabilizadores, como las nuevas competencias dentro de las actividades que tienen que ver con nuevas fórmulas económicas -las colaborativas, las circulares...-. Y el espacio de trabajo en la resolución de conflictos habrá de ser imprescindibles herramientas como la racionalidad, la argumentación y la empatía. Una mayor virtud frente al anquilosado modelo de huelga.