Opinión
Por
  • ENRIQUE STUYCK ROMÁ

Aprender a soñar

Cuando estudiaba primero de Derecho, allá por el Pleistoceno, soñaba en convertirme algún día en un abogado de prestigio, trabajando para algún bufete de abogados al estilo de las series norteamericanas de la época, entre las que destacaba, por derecho propio, Perry Mason, el famoso abogado que defendía los casos más inverosímiles, casi siempre con éxito.

Por aquel entonces yo soñaba con emular algún día al famoso abogado, pero poco a poco fui perdiendo la fe, no en la serie si no en la propia carrera, y encaminé mis pasos en otra dirección.

Sin embargo, con el paso del tiempo, de mucho tiempo, retomé los estudios de Derecho que había dejado prematuramente olvidados y ahora me alegro de haberlos terminado porque, aunque nunca he ejercido como abogado, el conocimiento del derecho es tan importante como la propia vida y te aporta unos conocimientos que no solo son válidos sino muy necesarios.

Las series de televisión del mundo de la abogacía, que tantas horas de audiencia coparon en otras épocas, parecía que en los tiempos modernos estaban desfasadas y sin embargo están siendo nuevamente objeto del interés de los productores de material para la pequeña pantalla.

El actor galés Matthew Rhys, dos veces nominado a los globos de oro al mejor actor por su papel en "The Americans", se pondrá en la piel del que fuera el más famoso abogado televisivo de todos los tiempos, en una nueva versión de Perry Mason, serie que está produciendo HBO con mucho misterio, por lo que no se tiene información sobre sus planes de lanzamiento, aunque suponemos que será planetario.

Quien sí ha anunciado a bombo y platillo la emisión de una nueva serie ha sido Televisión Española, sobre jóvenes abogados de un bufete de élite que lucharán por resolver cada semana un caso complicado, de traiciones, misterios, corrupciones o asesinatos, mezclados con amor, celos e infidelidades, todos ellos ingredientes destinados a generar audiencia, semana tras semana.

Un lujo de serie y de actores que nos van a garantizar el derecho a soñar, que es el mejor de los derechos, porque es gratis, personal e intransferible, y muy reconfortante.

Porque el derecho a soñar es algo que teníamos olvidado, que vamos a recuperar y que nadie nos lo podrá quitar.

Porque soñar es una asignatura pendiente que debería ser obligatoria en la escuela, porque aprender a soñar es tan importante o más que aprender a vivir, y porque vivir sin sueños, es vivir menos.