Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Repensar la Sanidad

La Sanidad es como los arbitrajes en el fútbol: si pasa inadvertida, es síntoma de normalidad... o de apatía. Sin embargo, tradicionalmente, se trata de un sector convulso, debido a que la diferencia entre los recursos ideales y los disponibles siempre existe, por más que esté sometida a esa afición de gobernantes, sindicatos y opinantes a la interpretación. Consecuentemente, es una actividad sometida al conflicto casi permanente, no sólo por la divergencia en las prioridades sino por la constatación de que, efectivamente, las limitaciones restringen el derecho ciudadano a la eficacia en materia tan sensible como es la salud, con la educación y los servicios sociales la esencia de la acción encomendada por el Estado de Derecho a sus estructuras.

Que el medio rural y las pequeñas ciudades padecen unas escaseces alarmantes, diversas en sus causas y perniciosas en sus efectos, es un hecho compartido, aunque el diagnóstico y el tratamiento sea objeto de análisis contrastables. Que en el conjunto de la Sanidad hay deficiencias, en grado debatible pero incontestable, admite escasa discusión. Otro asunto es la habilidad de instituciones y profesionales de optimizar los medios para entregar las mejores prestaciones. La huelga principiada ayer por médicos y enfermeros evidencia asignaturas pendientes sobre listas de espera, funcionamientos burocráticos, condiciones laborales, seguridad y organización, que, albergando un patrimonio individual y público como es el del bienestar, tienen unas repercusiones indeseadas para el cuerpo total de los pacientes.

En realidad, y reconociendo que la sanidad pública en nuestro país tiene una calidad muy apreciable, es un buen momento para repensarla, analizarla, profundizar en el equilibrio en toda España y dotar a los profesionales de la mejor atmósfera para su eficiencia.