Opinión
Por
  • JULIA NAVARRO

Sin palabras

Sin palabras
Sin palabras

No ofende quien quiere sino quien puede, ese viejo refrán se hace patente ante la actitud estúpida y maleducada de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y del presidente de la Generalitat, Quim Torra, negándose a recibir al Rey durante el Mobile World Congress.

Colau y Torra no pudieron evitar compartir mesa y mantel e incluso saludarle dentro del congreso, pero, eso sí, evitaron formar parte de la comitiva de recepción al Rey de España, que es además el Jefe del Estado.

No hay nada que reprochar a Ada Colau y a Quim Torra por ser republicanos ¡faltaría más! Tampoco porque defiendan su republicanismo. El problema no es ese, sino el cómo lo hacen.

No se es más republicano por ser maleducado. No se es más republicano, sino todo lo contrario, cuando no se respetan las leyes ni las instituciones.

No estaría de más que Ada Colau y Joaquim Torra echaran la mirada hacia atrás para comprobar cómo se comportaron los republicanos españoles durante la Transición y cómo aceptaron que la Constitución consagre que España es una Monarquía Parlamentaria porque así lo hemos votado mayoritariamente los ciudadanos.

Pero es que, más allá de las apetencias políticas de la señora Colau y del señor Torra, está el hecho de que ellos no se representan solo a sí mismos, sino que en el caso de Colau representa a la ciudad de Barcelona y en el caso de Torra a una institución del Estado que es la Generalitat. Es decir, representan a miles de ciudadanos, y entre esos ciudadanos los hay que comparten su ideología y los hay que no la comparten. Por tanto, ni la alcaldesa ni el presidente de la Generalitat se pueden permitir esa actitud, insisto en lo de actitud, "estúpida y maleducada" de no querer recibir al Rey.

Ada Colau tiene la obligación, lo mismo que Joaquim Torra, que cumplir escrupulosamente con sus obligaciones institucionales y entre ellas está no evadirse del protocolo en función de sus apetencias e ideas políticas. Insisto: no representan solo a los suyos sino a todos los ciudadanos bien de Barcelona, bien de toda Cataluña.

En cualquier caso, vuelvo al principio: no ofende quien quiere sino quien puede, y tanto Colau como Torra, más que ofender a Felipe de Borbón, lo que han hecho es un clamoroso ridículo.