Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La SD Huesca, capital en el Alto Aragón

Sobran motivos para evidenciar la falta de liderazgo de la capital del Alto Aragón. Y, sin embargo, por vez primera en muchas décadas hemos encontrado una columna vertebral desde la que sentirnos orgullosos, fuertes, importantes, admirados e influyentes: la Sociedad Deportiva Huesca. La exhibición de sus aficionados tras consumarse el traslado a la Segunda División, estación desde la que retornar a la mejor liga del mundo, ha confirmado logros impensables antes de aquel 21 de mayo lucense. El primero, que la humildad no encuentra barreras siempre si no renuncia a los sueños. El segundo, que el trabajo bien hecho da proactivamente con la recompensa, y LaLiga incorpora por selección natural a quienes gestionan adecuadamente en todos los planos, en detrimento de los descuidados. El tercero, que la dimensión del Huesca se ha multiplicado exponencialmente por los valores que acredita, y que recorren todos los estamentos de este gran cuerpo azulgrana hasta desembocar en el sustantivo: el público, ese gran grupo de personas capaces de empujar coordinadamente, sin estridencias, con simpatía y modestia, hacia los objetivos. Decía la Nobel Pearl S. Buck que a veces nos perdemos muchas pequeñas alegrías por buscar la gran felicidad. Nos hemos atiborrado de alegrías.

Y dejamos el cuarto que es absolutamente trascendental: el fenómeno de la Sociedad Deportiva Huesca ha concitado magnéticamente la voluntad de las diez comarcas altoaragonesas, de todas sus cabeceras, de peñas que se han alumbrado por la personalidad auténtica, desbordante en júbilo, familiar, entrañable, hospitalaria y extraordinariamente deportiva de los miles de personas congregados en torno a un espíritu, a una voluntad. Hoy el Huesca es más fuerte y más grande. Y, en el complejo universo futbolístico, "citius, altius, fortius" es la fórmula que anticipa éxitos.