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El centro de la Guardia Civil, donde se le quiere

La Guardia Civil ha atesorado un patrimonio de sabiduría a lo largo de 175 años que difícilmente una decisión se opone a la razón y al sentido principal de la institución, que no es otro que la defensa de España y de los españoles. Por este motivo, y porque la entrega va mucho más allá del estricto cumplimiento del deber, se le quiere en la práctica totalidad del país, con las excepciones conocidas que confunden lo esencial de lo accesorio y le achacan una identificación con la nación que, por otro lado, es sustantivamente cierta porque para tal cometido la creó el Duque de Ahumada.

Huesca y el Alto Aragón han respirado la historia remota y reciente de la mano de la Guardia Civil. Con la Benemérita y su gran familia, han llorado en las tragedias, han temblado en los dramas, han remado cuando las aguas han bajado violentas y tenebrosas, han honrado a quienes han dejado sus vidas en su servicio, han rezado para que las misiones se resolvieran adecuadamente, han reído en las alegrías, han aplaudido sus muchos éxitos, han admirado los reconocimientos propios y mundiales -que han sido abundantes-, han suspirado al ver a sus fuerzas desfilar, se han sobrecogido en los sones del tributo a los caídos y se han henchido con el himno del cuerpo.

Este cariño que se le profesa no exige contrapartidas, porque las prestaciones vienen por adelantado, siempre dispuestas con un valor que es uno de sus grandes ideales. Y, sin embargo, ha querido convertir Huesca, una ciudad humilde pero extraordinariamente identificada con la permanente construcción de España, en el núcleo de celebración de su 175 aniversario. Aunque la gratitud ha de fluir siempre de nuestros corazones y nuestras bocas, es un argumento extra para clamar alborozados nuestra identificación con la Guardia Civil. La que siempre está a nuestro lado y nos reconforta.

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