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  • Diario del Altoaragón

El registro horario laboral

No somos muy dados los españoles a la previsión. En eso, quizás, tenga razón la ministra Valerio cuando se enfada porque desde hace dos meses había tiempo para buscar la adaptación a la ley. El tono, empero, debiera haber sido más comedido, porque todos los medios de comunicación, unánimemente desde los especializados económicos hasta los generalistas, han anunciado una especie de prórroga en las inspecciones de Trabajo que ha producido un efecto de relajación paralelo a la espera de una reglamentación más concreta.

Los avatares en los que se ha desenvuelto el diálogo con los agentes sociales y empresariales, junto a una cierta sensación de que no se acierta con la realidad económica de un mercado laboral cambiante, no han sido el mejor marco para clarificar que se busca, dentro de un marco europeo, la eliminación de determinados abusos en las horas extras impagadas, si bien esta visión es demasiado simplista porque, de paso, también puede coadyuvar a un control geolocalizado de los trabajadores. En verdad, vigilar la conculcación de la ley es una responsabilidad del Estado que se traslada también a las compañías y a los empleados. Probablemente, las negociaciones debieron ser más prolongadas y profundas para perfilar un modelo no sólo más eficaz, sino sobre todo adecuado al escenario no sólo actual, sino el de un futuro próximo. No obsta, por supuesto, para la obligatoriedad del control de las condiciones en las que se desenvuelven las relaciones, pero, o se atina en el desarrollo legal, o podemos toparnos con que la velocidad de los acontecimientos y de los panoramas laborales arrollen la letra con un espíritu nuevo en el que imperen modalidades como el teletrabajo, una movilidad desconocida y una irrupción tecnológica sin precedentes.

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