Opinión
Por
  • MIGUEL SÁNCHEZ TRASOBARES

Los caprichos

Evitar educar niños caprichosos es una de las principales tareas y responsabilidades de los padres y educadores de hoy día, indudablemente.

Pese a la vieja y famosa máxima -atribuida al célebre dramaturgo y novelista británico Óscar Wilde- de "la mejor forma para hacer buenos a los niños es hacerlos felices", no hay que plegarse a todas sus peticiones, ya que les convierten en pequeños tiranos en formación.

En la actualidad, una correcta educación enfocada hacia una actitud más reflexiva no sólo promoverá un crecimiento más sano, sino que también evitará que las relaciones con otras personas distintas del círculo familiar se vean dañadas por conductas y requerimientos egoístas.

Porque -a fuer de ser sincero- no existe peor educación que colmarles de juguetes, regalos y dádivas, que encaminan ineludiblemente al adolescente a una madurez frustrada y frustrante.

Y es que, hay que dejar bien sentado que los caprichos no son sinónimo de felicidad, sino más bien de todo lo contrario, repercutiendo negativamente en la autoconfianza y la autosuficiencia de los niños, pudiendo llegar a ser inconscientes ¡ojo¡ de sus necesidades reales.