Opinión
Por
  • MARÍA PILAR CLIMENTE

El regreso a casa

Todo está iluminado por las farolas grises. La breve y ligera luz ilumina la calle principal. A lo lejos se oyen las voces de los domingueros. La música resuena en los oídos e imagino a la gente bailando sin pausa y enloquecidos por "ese ruido infernal". Me voy alejando del local de juerga. Suenan mis pisadas por las calles solitarias. La luna se esconde entre nudos de algodón fríos. Mi paso se acelera. Son muchos los callejones que aparecen sumidos en un pequeño camino gris, triste, solitario.

Una luz roja se enciende en mi mente y presgagio el frío del amanecer. Mi corazón se acurruca y mi piel despide un olor de puro miedo consumido al llegar a mi casa.

Hoy me he divertido y no ha habido violencia. Gracias para los oscenses. El saludo de una chesa agradecida. Los oscenses son las personas más nobles y con casta que conozco. Muchas gracias por dejar libertad de opinión, con mucha fuerza y coraje.