Opinión
Por
  • DIEGO SÁNCHEZ BOLSA

Tedio

Se le llama tedio al hastío, desaliento o desazón, que experimenta una persona a partir de una molestia o cuando no haya algo que le proporcione entretenimiento.

En efecto, ese estado de ánimo temporal molesto y fastidioso, se presenta de una manera tan inopinada como inevitablemente en las personas, precisamente cuando tienen que hacer frente a determinadas situaciones en el desarrollo de sus vidas.

Ahora bien, pese a esa indudable cara negativa que a los occidentales nos aturde y hasta en más de una ocasión nos llega casi a deprimir, las técnicas espirituales y las filosofías de Oriente así como también las escuelas de yoga y meditación -entre otras- han sabido verla como una verdadera fuente de renovación y conocimiento de nuestro ser humano, más que como un auténtico enemigo.

Eso sí, lejos de dar rienda suelta a un comportamiento neurótico, han sabido optar por una profunda concentración y reflexión interna, lo que constituyen el primer paso para abrir la puerta al espectacular potencial inexplorado de nuestra mente.

Y es que el secreto de ese maldito y bendito aburrimiento -al mismo tiempo- que nos ocupa, reside en saber gozar ¡ojo! todos los altibajos de la vida, aunque no sean siempre emocionantes.