Opinión
Por
  • ÁNGEL SÁNCHEZ LÓPEZ

La deslocalización

La deslocalización de las empresas hacia otros territorios o zonas allende nuestras fronteras donde la mano de obra es de bajo coste, ha venido siendo una constante desde los mismos inicios de la globalización allá a mediados del siglo pasado.

En consecuencia, ha habido en los últimos tiempos multitud de factorías -de cualquier sector y tamaño- que han recogido sus bártulos un día para instalarse al día siguiente en otras naciones receptoras, tales como -entre otras- China, India, Tailandia o Marruecos.

Con el traslado de sus cadenas enteras productivas a los nuevos destinos -por cierto, que tan solo unos pocos años atrás no habrían podido ni imaginar- han logrado que sus cifras de crecimiento económico hayan hecho palidecer a las empresas que permanecen aún ubicadas en las zonas más desarrolladas.

Y es que a fin de cuentas -lejos de enfriarse aquella fiebre inicial- este fenómeno de cambio de localización de empresas a otro punto del mapa, que ¡ojo¡ no establece vínculo alguno afectivo sino mero juego de intereses, cada día se presenta más activo ¡ay¡ en nuestro viejo Occidente.