Opinión
Por
  • RAÚL USIETO

Un superhumano para la gestión municipal

En casa de John Coltrane había una Biblia y un Corán. Después de dejar la heroína y poco antes de publicar su obra maestra "A love supreme", vivió tal despertar espiritual que no solo leyó los textos sagrados del cristianismo y el islamismo, sino que decidió estudiar apasionadamente las enseñanzas del budismo y el hinduismo para encontrar respuestas a sus dudas existenciales. Por aquel entonces, llegó a declarar que creía en todas las religiones. De hecho, defendía que elegir una sola de ellas implicaba admitir que todas las demás estaban equivocadas.

En estos días de reflexión política todo ese planteamiento moderado y equidistante, o más bien racional y equilibrado, del músico americano me da que pensar. Cuando el miércoles pasado acudí al debate que Huesca Televisión organizó con cinco de los ocho candidatos a la alcaldía de nuestra ciudad, no dejé de fantasear con la idea de votarles a todos para que juntos pudieran ser el superhumano que convirtiera en arte la gestión municipal. Por regla general, y al contrario de lo que defendía Coltrane, lo que a mí me pasa es que a priori tiendo a no creer en ninguno a pesar de mis simpatías ideológicas adquiridas, pero en lo que sí coincido con él es en no aceptar que los que no opinan igual que yo estén equivocados en todo. No es saludable. Ni real. Como el gran optimista que creo ser, imagino que la mayoría va siempre en busca de un bien común, lo que ocurre es que los caminos en ocasiones son diferentes. Y en la vida, el camino importa tanto o más que el fin, pero mientras este sea digno y comprometido con los ciudadanos, todos deberíamos sentirnos a salvo.

Por otro lado, y sigo bajo mi punto de vista, las elocuencias ideológicas sobran en este tipo de discursos locales, y el error más fácil que podríamos cometer al ir a votar (si es que vais a hacerlo) sería el de introducir una papeleta por afinidad a un partido político, por tradición familiar o por inercia. El verdadero compromiso que deberíamos adquirir es con una persona con carisma que nos transmita honestidad y sensatez, que tenga un buen plan y nos presente un proyecto que nos proteja como individuos y como comunidad, más allá de las inevitables preferencias que muchos podamos tener por determinadas siglas.

Algo que también me llamó la atención fue la poca afluencia de público y sobre todo el hecho descarado de que los que allí estaban eran principalmente militantes, conocidos o familiares apoyando fielmente a su candidato en cuestión. Yo fui con unos amigos y vimos clara una oportunidad única para poder sentarnos a observar, analizar y después sacar nuestras propias conclusiones. Y la aprovechamos.

Quizá estemos desencantados y muy polarizados. La política está viciada por la corrupción que tienta nuestra debilidad de seres imperfectos. Pero sin ninguna duda, lo que deberíamos pensar es que se puede cambiar, se puede evolucionar, y que la utopía es mucho más amiga de lo improbable que de lo irrealizable.