Opinión
Por
  • TEÓFILO MARCO ESTELLA

Usar la cabeza

Más de una vez hemos dicho o hemos oído decir: dónde tendría yo la cabeza para decir o hacer tal cosa? Si hacemos tal cosa sin pensar es porque el mundo de los sentimientos es poderoso. Se adelanta a la madurez de la razón en tiempo y en actividad, porque la razón llega más tarde en el curso de la vida y es más lenta en el actuar. Tenemos la experiencia de habernos dejado llevar por el entusiasmo, abatimiento, ira, simpatía, pesimismo? De algunas cosas nos arrepentimos pasado el golpe emocional, al poner la razón cada cosa en su lugar. Un ejemplo: por simpatía, en unas elecciones votamos a tal o cual político, y cuando la cabeza, la razón, nos hace ver que tal individuo es un corrupto y que sus promesas electorales son falsas, nos arrepentimos de haberle votado.

Es mejor usar la cabeza, la razón, que los sentimientos. Así podemos lograr una conducta normal y equilibrada; ya que los sentimientos son auténticos cristales de color que desfiguran la realidad objetiva. Por eso N. Irala, en "Control cerebral" escribe: "No nos dejemos gobernar por el sentimiento: Tener como norma de acción "porque me gusta" es lo mismo que tomar un tranvía sin fijarse a dónde va, sólo porque es cómodo y bonito. Dejar de obrar "porque no me gusta" es renunciar al éxito, a la alegría y aun a la propia salvación." Si acertamos a controlar nuestros sentimientos comprobaremos que nada justificaba muchos sufrimientos, tristezas, ilusiones engañosas y vanos proyectos. Cuando los sentimientos son agradables soñamos despiertos y desfiguran la realidad. Cuando son tristes exageran el disgusto y entenebrecen el horizonte del alma. Es tal en poder de sugestión que ejercen los sentimientos, que hay días que no estamos para nada, porque nos ocupa por entero el sentimiento sobrecargado, unas veces es de tristeza, miedo, silencio, encogimiento, celos, y otras de alegría, audacia, entusiasmo? y por no usar la cabeza, la razón, todo esto es engañoso.