Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Limpieza y orgullo

La perturbación sacudió ayer Huesca. En las aceras de las oficinas de la Sociedad Deportiva, cerradas a cal y canto, la abundante presencia policial preludiaba nubarrones sobre el club y sobre los aficionados. En realidad, sobre toda la ciudad, tan adherida al destino de la gran bandera enarbolada por todos los campos de España, la que aglutina identidades y convivencia. El impacto abrumador ataca la templanza y nubla la visión. Cierto es que los detenidos han sido durante muchos años enseña de la causa, pero también lo es que nadie es imprescindible ni la ilusión ha de quedar enterrada por actuaciones individuales... en el caso de que las hubiera, porque la presunción de inocencia es un derecho y una obligación hasta la sentencia firme. En todo caso, una gran institución no circunscribe su pervivencia a una parte de las personas que la integran, sea cual fuere su escalafón en la jerarquía. Si algo contraviene su comportamiento y su ética, limpieza y recambio. Nunca se puede poner en peligro el proyecto ni el objetivo por praxis negativas.

Establecida esta premisa, que en tiempos de zozobra acaba reforzando la personalidad de cualquier colectivo, los oscenses, todos los altoaragoneses, los aficionados y el club no han de continuar su camino con actitud vergonzante. Enhiestas esas caras, los corazones arriba, el orgullo intacto, porque las presuntas añagazas de quienes han conformado parte de esta familia y han podido abusar de su confianza no pueden desfigurar los valores que, legítimamente, han enarbolado los ciudadanos. Exigencia y autoexigencia, todas. Pero sin complejos. Es probable que lleguen exabruptos porque, como afirmaba Graham Green, la mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás sin mirar los propios. Seguiremos cabalgando para superar este negro episodio.