Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Para que el registro horario sea una herramienta

Quizás tenía razón la ministra de Trabajo para enfadarse cuando, en el momento de la entrada en vigor de la legislación sobre el registro horario laboral, la inmensa mayoría de las empresas apenas se habían tomado en serio su aplicación. Somos muy españoles para estas cuestiones y luego llega el rechinar de dientes. Cierto es, además, que ya se había tratado también con las organizaciones sindicales, y el diálogo había resultado un tanto confuso en las posturas de unos y de otros. De hecho, la patronal ha manifestado su inquietud y su enojo in crescendo, paralelamente al malestar de sus asociadas. También, por qué no asumirlo, se había publicado hasta la extenuación que el Ministerio había reclamado un periodo de gracia desde la Inspección.

Y, sin embargo, en cualquier caso, hay que reconocer que muchas de las medidas expuestas no se atienen a la realidad presente del mercado laboral ni, sobre todo, lo van a hacer al futuro escenario, todavía ignoto en muchas de sus peculiaridades. De ahí que la expectación para escuchar al jefe de Inspección ayer en Huesca fue desbordante, para oírle decir que el registro no es fin, sino una herramienta contra el fraude. El fraude es perseguible per se, y ahí está una obligación de la administración y una necesaria cooperación de todos los implicados en la relación entre direcciones y trabajadores. Nadie lo pone en duda y el empresariado es consciente. Pero, llegados a esta altura, en la que se aprecia poca virtud y muchas preguntas en las soluciones expuestas, quizás sea un buen momento para plegar velas, sentarse en la mesa de pensar y de hablar, atisbar cuál es el horizonte próximo y remoto, y engendrar una nueva ley que se atenga a principios hoy insoslayables como la flexibilidad y la movilidad. Derechos sin corsés.