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  • Diario del Altoaragón

Entender Ordesa

C UANDO nuestra voluntad queda frustrada por circunstancias ajenas, sobreviene una incomodidad y hasta un enojo que en muchas ocasiones no entiende de estímulos para la comprensión. Sin embargo, cuando la reflexión acude en nuestro auxilio, la empatía con la situación nos hace entender las exigencias de determinadas decisiones. Ayer, como hace una semana, los accesos a Ordesa se vieron restringidos ante la gran avalancha de visitantes que acudieron a disfrutar de una de las grandes maravillas no sólo aragonesas, sino mundiales, como refrenda su consideración de Bien Patrimonio de la Humanidad además de su condición de Parque Nacional y de espacio nuclear de la Reserva de la Biosfera.

Cuando se producen estas avalanchas humanas y estas limitaciones, conviene detenerse, pensar y rememorar la explicación de la adjudicación de todas estas distinciones que proceden de instituciones cuyo prestigio reside en el rigor. La Unesco elevó a Bien Patrimonio de la Humanidad Ordesa y Monte Perdido por la armoniosa y equilibrada interrelación entre la naturaleza y el ser humano. Obviamente, en esta argumentación se refiere a los residentes en los pueblos que han cuidado, con esmero, mimo y amor al territorio, de unos parajes que han llegado con una integridad admirable a nuestros tiempos. Una presumible masificación, por el magnetismo de sus muchos atractivos, no redundaría sino en un perjuicio para la conservación, para el medio ambiente y también para los vecinos de las localidades que siguen, impertérritos, en la elevada misión de mantener un lugar fascinante. Paciencia, planificación, seriedad y respeto. Son las cuatro mejores recomendaciones para evitar la frustración a la que aludíamos.

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