Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Una feria con "mucha chicha"

Es la de la cereza de Bolea una Feria "con mucha chicha". En este acontecimiento que cumple veinte ediciones, la inmensa mayoría con el favor de la calidez meteorológica, concurren todos los elementos para que desprenda un magnetismo al que no se pueden resistir miles de visitantes acogidos por muchas decenas de vecinos orgullosos del fruto más emblemático de cuantos se cultivan en sus tierra y, sobre todo, de la gran oportunidad que representa el certamen para demostrar que en su identidad cultural se encuentra la hospitalidad. En Bolea, uno se siente francamente bien, como si en casa dispusiéramos no sólo de todas las comodidades, sino todos los placeres a nuestro alcance para disfrutar de una jornada memorable.

Cada año se convierte en una experiencia que es contada a los allegados de cualquier punto de España, que no pueden resistirse a los encantos que les son narrados, con lo que paulatinamente va creciendo el contingente de personas que acuden hasta la cabeza de La Sotonera.

Supone, además, una doble ración de virtud. Por un lado, la calidad acreditada en el medio rural, capaz de incrementar las cualidades de sus cultivos para alcanzar una diferenciación que sea reconocida, por su prestigio, por los clientes particulares, por los restauradores y por cualquier ciudadanos que desea morder la rotundidad de la carne de la cereza. Aquí hay mucho de mejora continua y de innovación. Por otro, la reivindicación de la máxima salud en las costumbres nutricias, que son la garantía plena de una vida más confortable y un bienestar equilibrado. De paso, Bolea pone un enorme grano de arena en la consideración de Huesca como una provincia donde los productos están en condiciones de competir en los mercados líderes. Un reclamo de la excelencia.