Opinión
Por
  • MARÍA BEGOÑA SIERRA ACÍN Y FAMILIA

Se ha marchado un gran amigo

Todos estamos tristes. Ya desde la noticia de que nuestro querido amigo Antonio Giménez Abad de Novales, estaba enfermo. Todos notamos como una luz que nos faltaba a nuestro lado. Al celebrar las honras funerales, con la esperanza firme de que los que mueren con Cristo con Él resucitan, cuando el sacerdote enciende el cirio pascual, que es la llama de Cristo glorioso y resucitado que ha vencido a la muerte, a la oscuridad. Él, con su vida, ilumina nuestras vidas, como iluminó la de Antonio, y con su resurrección ilumina nuestra muerte que se convierte en puerta de la vida eterna. Las personas que hemos tenido el privilegio de conocer a Antonio podemos decir que era una de esas pocas personas buenas que encontramos en nuestros pueblos y ciudades. Antonio nunca perjudicaba a su prójimo, ayudaba a solucionar problemas, no perdía la calma ante las dificultades, buscaba soluciones y evitaba los descontentos, era sencillo y no buscaba el aprecio o el agradecimiento de los demás.

Gracias Antonio por ser uno de los mejores amigos de mi padre Severiano Sierra Lóriz de Sesa.

Nunca te olvidaremos. Desde donde estés guíanos y lo que sí afirmamos que mientras vivamos te llevaremos siempre en nuestras mentes, en las oraciones y en nuestros corazones. Hasta siempre.