Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

La palabra en un octógono parlamentario

El templo del verbo alumbró ayer una nueva etapa. Ana María Matute definió la palabra como lo más bello que se ha creado, como el patrimonio más importante de los seres humanos, hasta el punto de que es lo que nos salva. Tal es así que su buen uso es garantía de convivencia y su abuso un riesgo para el respeto y la tolerancia. Las Cortes de Aragón estrenaron ayer legislatura en una configuración ignota, octogonal, porque ocho son los lados y los ángulos que configuran el escenario de los plenos, aquel en el que se va a dilucidar el futuro de nuestra comunidad autónoma.

Clausurado ya el espacio para la confrontación, alejados los excesos electorales, cuando todavía se perpetúa la búsqueda de acuerdos que reconviertan la distribución parlamentaria en el complemento gubernamental, ayer sus señorías se dijeron hola y metafóricamente se citaron para los cuatro años venideros. Con la discrepancia como exhibición de la riqueza ideológica que consagra la diversidad para la coexistencia, el camino arrancará incesantemente para metamorfosear las distancias en puntos de confluencia sobre los que construir la comunidad en su más amplio concepto, aquella en la que las personas encuentran la atmósfera más humana y más propicia para convertir las opciones en oportunidades dentro de un universo que busca la armonía en medio de la complejidad. Desde ayer, sus señorías son los responsables de materializar la ocasión de pasar a la historia como uno de los periodos más enriquecedores del legislativo, cuya prueba del algodón consiste en la aplicación de las medidas y las normativas a la vida de los ciudadanos. El progreso, el bienestar, la sostenibilidad y el equilibrio son desafíos que tienen mil -o más caras-, y trabajar por ellos encuentra la recompensa del reconocimiento y la autoestima. Adelante.