Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El cubo de Rubik de la Quebrantahuesos

T IENE mucho de magia la organización de la Quebrantahuesos. Es como un cubo de Rubik –a la sazón conocido en sus orígenes como el cubo mágico- en el que todas las piezas son tan delicada como firmemente encajadas para alinear en cada cara el color oportuno de manera que la composición sea perfecta. En cada uno de los lados, se encuentra un valor que participa parcial pero decisivamente en el éxito del conjunto. Por una parte, el núcleo originario que no sólo concibió una idea fantástica, sino que la echó a andar. Por otro, la cultura adquirida a lo largo de tres décadas de precisión casi quirúrgica. Además, la incorporación de nuevos agentes a los pioneros para reforzar la profesionalización. En otra superficie, el voluntariado que aporta diferenciación y excelencia a la cita, incluidas en primer término las Fuerzas de Seguridad. La quinta esencia es el territorio, acogedor, diligente y bien dispuesto para que los miles de visitantes anuales sientan el carácter entrañable de sus gentes. Y el sexto espacio es el de los propios ciclistas, que han identificado como objeto de su deseo anual la QH, dos siglas que sobrevuelan como el ave que lo inspira sobre el pensamiento y la preparación de los deportistas.

Cuando todos se conjuran, la virtud es imparable. La Quebrantahuesos constituye un acontecimiento líder en Europa e ilusionante en Sabiñánigo y su entorno. Como un reto, cada edición se plantea en una búsqueda incesante de la perfección. Es como los periódicos. Cuando ya está escrita toda la historia, espera la siguiente con sus páginas en blanco que hay que componer. El anuario de 2019 ha sido un gran triunfo, ha alcanzando la meta y lo ha hecho con una calificación sobresaliente. Así lo acreditan los corredores, sus familiares, los voluntarios, los profesionales y la organización. Prueba -sobradamente- superada.