Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El disparate nacional o desmontando mitos

Definitivamente, estamos en condiciones de asegurar que ni Aragón ni España son tierras de pactos, por más que el manoseo de los estereotipos incida en esta visión que habitualmente suele ser interesada y ajustada a la realidad... salvo cuando se aleja de ella, que es panorama bastante común. Para desmontar un concepto tan etéreo como que la incapacidad de remontar el vuelo para tomar decisiones con altura de miras lo arroja al piso fulminantemente, baste mirar hacia las dificultades para la conformación de gobiernos en nuestra comunidad autónoma, en otras como Murcia o Madrid y en España, con Pedro Sánchez a buen seguro manejando la posibilidad de unos nuevos comicios e, incluso, algunos sectores estratégicos como el empresarial exponiendo que, para un ejecutivo inestable, quizás sea más conveniente templar el ambiente seis meses para buscar una construcción más sencilla en el ejecutivo. Al final, las palabras se las lleva el viento o se asientan sobre el terreno, pero no deja de tener cierto riesgo estimar que en medio año el escenario institucional sería distinto al convulso de la actualidad, porque se avecinará tal cantidad de condicionantes que las garantías brillan por su ausencia.

La fragmentación ha venido para desalojar del imaginario colectivo los clichés, pero también para constatar que la agudeza de los políticos de antaño no se corresponde con la voluntad de los de hogaño. El problema es que, aunque no lo parezca, el intercambio de sillones es superficial frente a las repercusiones en economía y en convivencia de la consagración del enfrentamiento, de la demagogia y de la irreflexividad que dibujan perfiles dogmáticos de los dirigentes, sin profundidad ni, sobre todo, capacidad de interpretar los designios de los electorados. Una miopía inquietante.