Opinión
Por
  • ADOLFO CAJAL MARZAL

Despedida a un amigo o la conversación pendiente

Hace unos días hemos despedido a nuestro amigo Joaquín Coll, debo resaltar de Barbastro, porque ha sido un entusiasta divulgador de las maravillas del somontano barbastrense.

Es un poco decepcionante hablar bien de una persona cuando ya no está, creo que por pudor o por envidia no hablamos cuando puede escucharnos; en el caso de Joaquín muchos envidiábamos la empatía, la alegría y el entusiasmo que ponía en cada cosa que hacía, decía o pensaba.

Aprendí muchas cosas de Joaquín, en la política el afán por defender la solidaridad, la igualdad y la libertad, pero escuchando y respetando a los demás. El mismo empeño que ponía en defender sus ideas lo ponía en respetar al contrario, y con una generosa sonrisa? De sus extensos conocimientos de gastronomía, aprendí el afán por conocer, respetar y admirar todo el bagaje que nos dejan nuestros antepasados en el saber gastronómico; me influyó mucho en las primeras lecturas de textos que me iba descubriendo. Todo en charlas muy amenas y cargadas de sabiduría, e imaginación. Era tal su capacidad de entusiasmar que siempre quedaba algo más por descubrir o debatir, y decíamos : "Quedaremos otro día para seguir hablando". De hecho, cuando despedí a Katia, sentí que ya no era posible volver a hablar con Joaquín nunca más? y una sensación de soledad y tristeza me invadió.

Se nos ha ido un vivo ejemplo de un polifacético conversador, escritor, gastrónomo, erudito, sincero y generoso, que entronca con un perfil de personas, vivo producto de la transición española como son Manuel Vázquez Montalbán, José Manuel Porquet (escritores, gastrónomos y antifranquistas). En los tres había un tinte de socarronería epicúrea, culta, pero a la vez discreta, incluso diría actitud modesta muy pegada a la tierra y a los más cercanos. Soy consciente que los tres se están riendo en este momento, charlando y bebiendo vino tinto en algún lugar del universo. Descansa en paz, amigo Joaquín Coll.