Opinión
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  • DIARIO DEL ALTOARAGÓN

Pirineos Sur, como la vida misma

Está tan bien Pirineos Sur porque no sólo se adapta, sino que incluso se adelanta a los tiempos. Cuando emergió brioso, sugerente, diferencial, hace 28 años, se apuntó al factor sorpresa para atraer a miles de personas ávidas de conocer nuevas músicas y expresiones culturales, que es tanto como la curiosidad de profundizar en nuevos y fascinantes mundos. El festival fue arreglando luego su salón de estar natural, con un auditorio no sólo insuperable, sino además francamente inigualable. Y transitó por las trayectorias de las manifestaciones más novedosas del planeta, desde aquellas que estaban en las raíces de los pueblos hasta las que trascendían lo local para imponerse en una globalización que, paulatinamente, se ha ido apoderando a través de las comunicaciones sin que, necesariamente, se haya producido una homogeneización empobrecedora en los gustos, en las tendencias y en las creatividades.

Pirineos Sur constituye una experiencia de dimensiones espacio-temporales inconmensurables. Ha recorrido los continentes, las culturas, las artes y las costumbres, pero además ha atraído hasta el presente lo pasado y ha proyectado en el futuro lo que se avecinaba, que no necesariamente se materializa porque la movilidad en la música y en el espectáculo galopa no sólo por las tecnologías, sino también y fundamentalmente porque la inteligencia y el ingenio humano no encuentran fronteras, y se entregan además al uso de explayarse cuando hallan espacios tan propicios como son los escenarios pirenaicos. La única certeza en el porvenir del festival internacional de las culturas es que tendrá continuidad, porque ese es el contrato sin necesidad de firma de la institución promotora, del público universal que lo demanda y de los artistas que buscan una vivencia única.