Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

Tendencias

A veces escucho y yo mismo me digo metafóricamente que cuelgue la vara de "mando" y coja la gayata, pero mientras el cuerpo aguante me resisto a dejar la tertulia diaria y a oír misa en la iglesia de San Pedro el Viejo donde fui bautizado. A mi edad hay que llevarle la contraria a la tentación de hacer sillón frente a la pantalla del televisor. Sin embargo, es inevitable la pérdida de interés por cuanto nos rodea ya sea de índole política o circunstancial. Pertenezco a una generación cuyos avatares y emociones son bien conocidos y a la que se le acaba el aceite del candil. No es ni mejor ni peor que las precedentes o las que seguirán a pesar de que siendo niños se nos decía que cuando fuéramos padres comeríamos huevos, por lo que bien pudiera definirse como la del huevo perdido ya que, cuando hemos sido padres, los huevos también han sido para nuestros hijos por imperativo de sus madres. Los tiempos han evolucionado y hoy hay huevos para todos. Aun así, no es de menospreciar el trabajo llevado a cabo en orden a la emancipación femenina de los convencionalismos sociales que las subyugaba y hacían de ellas matriarcas del clan familiar o un objeto de propiedad masculina y por ende del machismo. Pronto pues y de seguir por este camino, los crímenes pasionales serán historias de ingrato recuerdo. Esta mañana, al renovar mi cartilla en la Caja de Ahorros, la funcionaria que me atendía me ha hecho notar que el modelo caducado era propio de la gente joven a lo que he aclarado que en su día se me dotó del mismo porque entonces no se disponía de otro. Si bien no se pudo adecuar también mi edad a la del formato juvenil. Al despedirme le he mostrado el titular de un periódico en el que se resaltaba la presencia de dos mujeres en la cúpula de la Unión Europea al tiempo que le manifestaba mi satisfacción pues ya era hora de que las mujeres relevaran a los hombres en las tareas de gobierno público y dejaran de ser gobernantas consuetudinarias de lo tocante al ámbito privado.