Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La confianza y la cautela empresarial

Entre las muchas razones que los representantes institucionales pueden hallar para buscar acuerdos frente a las tensiones con el foco puesto en la ciudadanía, se encuentra la lectura de las inquietudes y las certidumbres del tejido empresarial, que no en vano tienen en su mano la responsabilidad de optimizar los recursos privados para extraer la mejor rentabilidad en la generación de riqueza y empleo. El Indicador de Confianza Empresarial del segundo trimestre del año revela que los responsables de las compañías aragonesas tienen una concepción positiva de la coyuntura, fundamentalmente por el buen comportamiento del consumo y, sobre todo, de las exportaciones, que en el primer semestre se han disparado por la ejecutoria de sectores como el automóvil o la agroalimentación, entre otras actividades. La industria y la construcción han mejorado su evolución y el comercio y los servicios se han situado en guarismos magníficos.

Sin embargo, en las expectativas de los encuestados nos topamos con una cierta incertidumbre por la situación política, con inquietudes coyunturales como la debilidad de la demanda y la fortaleza de la competencia y, además, una estructural que entronca con las prioridades que debiera afrontar el gobierno que emerja de los pactos tanto en el ámbito nacional como el regional, que es la carencia de profesionales con la cualificación que precisan las empresas.

Toda comunidad madura y responsable ha de contemplar la atmósfera empresarial y actuar en consecuencia, porque la capacidad de dibujar un marco adecuado para favorecer el dinamismo repercute en el interés general, esto es, en el bolsillo y el bienestar de todos y cada uno de nosotros.

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