Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

El nuncio y las elecciones

Unas palabras pronunciadas por el nuncio del Vaticano en torno a la inverosímil resurrección del general Franco ha herido la sensibilidad política del gobierno, el cual no ha dudado en elevar una queja formal por labia diplomática y de retruque y a fin de enfatizar el episodio ha puesto en entredicho el comportamiento tributario de la Iglesia española como si ésta no estuviera comprometida hasta las cachas con las familias menesterosas y si la desamortización de Mendizábal hubiera sido un cuento chino.

Por esos días también se produjo un incidente en aguas jurisdiccionales españolas y sin embargo la diligencia del Gobierno para dar una réplica no ha sido la misma. De ahí el sectarismo del Gobierno y su deseo de halagar deseos revanchistas cuando, por otra parte, y por ley natural, dentro de poco tiempo ya no habrá añorantes del pasado e incluso los propios familiares recordarán a su tatarabuelo de la misma manera que hacemos los españoles con nuestros difuntos el Día de Todos los Santos. ¿Sería gravoso dejar las cosas como están Salvando las circunstancias cabe traer a cuenta los desmanes cometidos por las tropas de Napoleón tanto en España como en los otros países europeos que también fueron invadidos.

Baste contemplar el célebre cuadro pintado por Goya titulado "Los fusilamientos de la Moncloa" y sin embargo el general corso, que se declaró a sí mismo Emperador de Francia, tiene y se respeta su panteón en París, capital de la "libertad" y en la Historia.

Llevamos unos días en los que los dimes y diretes entre partidos ocupan la atención mediática y al parecer, la cosa va para largo, pues no ponen su empeño en alcanzar el bienestar de los españoles sino en sus propios intereses partidistas. No de otra manera cabe entenderse tan estéril dilación cuando, por ejemplo, en Grecia, el partido vencedor en sus pasadas elecciones ya ha formado gobierno a las pocas horas de su victoria electoral, dejando atrás a los "podemitas" griegos. Quizá haya nuevas elecciones y si esto es así me permito sugerir que sean los propios partidos quienes apechuguen con los gastos electorales y no el Estado.