Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Cursos de verano de Español

Dentro del repertorio de pequeñas emociones, una de las más gratificantes es la constatación de que nuestro acervo cultural no sólo es respetado, sino admirado y fruto del deseo de ser compartido por quienes no se han educado dentro de nuestro entorno. Así ha sido considerado, desde hace 89 ediciones nada menos, el contenido de los Cursos de Verano del Español como Lengua Extranjera que desde hoy congrega a 160 estudiantes de 22 nacionalidades que van a impregnarse de la belleza de nuestro idioma y de las expresiones literarias y artísticas más hermosas que lo han tomado como núcleo. En un país que apenas ha sabido reconocer congruentemente en los últimos años la importancia de Miguel de Cervantes en el cuarto centenario de su fallecimiento o el de Camilo José Cela en la centuria desde su nacimiento, reconforta el apego que se aprecia desde los alumnos de otros países del planeta que quieren empaparse de la riqueza que, en todos los sentidos, formas y géneros, rezuma el español.

Llegan hasta Jaca para ser convenientemente agasajados, mecidos por la suave fluidez que ofrece la comunicación a través de un lenguaje con unas posibilidades tan enormes que es inabarcable para una persona en su completa extensión. Y lo hacen sin complejos, sin condicionantes ideológicos y para ofrecernos la oportunidad a los aragoneses y a los españoles de estar más que orgullosos del principal cauce para nuestro entendimiento, para la comprensión mutua, para la discrepancia si menester fuere y para agrandar nuestra personalidad colectiva e individual. Por esa mirada limpia, les debemos a estos jóvenes una hospitalidad legendaria de esta tierra donde la palabra ha sido capaz de edificar la convivencia.

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