Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El valor de la complejidad

Señalan algunos de los más importantes analistas de los fenómenos regionales que un territorio define sus posibilidades de desarrollo por la complejidad que es capaz de atesorar en la combinación entre los recursos naturales y las potencialidades humanas. Quiere decir que, en caso de tener una casuística limitada, sus opciones se reducen. De lo contrario, si confluyen multitud de factores sus fortalezas son exponencialmente multiplicables. Coincide esta visión con un concepto difícilmente controvertible, y es que todas las grandes obras vienen acompañadas de ingredientes como la diversidad y la transversalidad, porque desde esa riqueza y hacia la simplificación en las respuestas se pueden obtener mejores réditos.

La legislatura que comenzó ayer con la investidura de Javier Lambán no se va a revestir, ni mucho menos, de soluciones sencillas, porque el propio gobierno y también la oposición van a demandar en el juego parlamentario y ejecutivo aplicación en la asignatura del entendimiento a través de un diálogo sin límites, vetos ni comodidades. La responsabilidad es de todos, aunque sustantivamente mayor de quien ocupa el Pignatelli y quienes tienen la mayoría en La Aljafería. Pero así ha sido, ni más ni menos, el mandato de los aragoneses el 26 de mayo. Si lo han sabido leer los cuatro partidos que integran el gabinete, se verá también a lo largo de su singladura, de las virtudes que sepan irradiar y de los defectos en que puedan incurrir. Si así no ha sucedido, serán los propios electores los que dictaminarán en cuatro años. Y, sin embargo, este no es un juego con actores de primera y de segunda, porque el cuerpo cívico sabe valorar la lealtad con Aragón tanto en una posición como en otra. Ahora toca trabajar con amplitud de mentes y la mirada puesta en longos horizontes.