Opinión
Por
  • LAURA ALÍNS RAMI

La ideología de género o la nueva dictadura

El movimiento LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales), que en principio pudo luchar bienintencionadamente por los derechos básicos de estas personas, ha generado en un grupo manipulador que, con la excusa de recuperar derechos para las personas LGTBI, pretende destruir o deconstruir el matrimonio, la familia, en la búsqueda de un nuevo orden social.

Antes de avanzar en la argumentación creo que puede ser interesante recordar que las personas homosexuales, transexuales… no tienen por qué formar parte del lobby LGTB; es más, muchas de ellas lo rechazan, no se sienten identificadas. Una persona, por su orientación sexual no se hace parte de la ideología de género. En este sentido convendría distinguir entre la persona gay que abandera y exhibe su privacidad con descaro, y el homosexual, a quien no le interesa ni necesita distinguirse en su apariencia y porte del resto de los mortales.

Hoy día en España es falso que se nieguen derechos a las personas homosexuales, y si así fuera éstos tienen medios para denunciarlo. Es indudable que todas las personas, independientemente de su orientación sexual son iguales ante la ley y ante la sociedad, deben disfrutar de los mismos derechos y obligaciones y poseen la misma dignidad y consideración en cuanto personas. Si tan sincera fuera esta lucha por la igualdad lo lógico sería promoverla en países donde no existe; ¿por qué no ocurre esto , ¿a qué se tiene miedo Unido a este lobby actúa el feminismo radical. La lucha de clases hoy día ya no existe; ha quedado inhabilitada por la propia realidad socioeconómica. El obrero ha dejado de ser el objeto de la revolución. Ahora se nos impone la lucha entre el hombre y la mujer. El feminismo actual ya no es un feminismo en favor de la mujer, de su igualdad y de su dignidad, como fue en sus inicios, sino que lo es en contra del hombre; impulsa la guerra de sexos; considera que para eliminar los abusos hacia la mujer hay que eliminar la familia tradicional, en cuyo seno se dan tales abusos; hay que liberar a la mujer de su biología, y eliminar las diferencias sexuales entre el hombre y la mujer, así como la supuesta sociedad patriarcal que sigue oprimiendo a la mujer.

La ideología de género, promovida por el lobby LGTBI y el feminismo radical, consiste en un conjunto de ideas anticientíficas, que, con propósitos políticos autoritarios, desarraigan la sexualidad humana de su naturaleza y la explican exclusivamente a partir de la cultura. Entiende, pues, que somos construidos por nuestro entorno y que nuestra sexualidad depende de nuestra autopercepción. Que mi sexo no lo determina la genética; no nacemos con un sexo determinado, sino con el que cada uno decide y define tener.

Esto supone negar la propia naturaleza humana. Lo que está en juego es el hombre mismo.

La ideología de género se opone a la ciencia biológica, a la anatomía, genética, embriología, sicobiología… Cualquier estudiante de primero de medicina sabe que el sexo con el que nacemos no se puede cambiar. Todas las células de nuestro cuerpo, desde las del pelo hasta las de las uñas, tienen el código genético (cuyo responsable es el ADN) propio del sexo con el que nacemos. Existe ya una estructura masculina o femenina en el núcleo celular.

Lo terrible es la pretensión de convertir esta forma de entender la persona en dogma al que debe adherirse la sociedad. Imaginemos que una persona se autopercibe como supermán (tomando un ejemplo del escritor Agustín Laje en una de sus conferencias); está en su derecho de hacerlo. Pero no tiene derecho a obligar a los ciudadanos a que también lo perciban así, ni a obligar al Estado a pagarle tratamientos médicos y cirugías para cambiar su apariencia, y, mucho menos, a meterse en la conciencia de nuestros hijos, gracias al sistema público de educación, adoctrinarles y hacerles creer que ellos también pueden ser supermán.

La ideología de género no se puede implantar sin el concurso del Estado y sin conculcar nuestros derechos y libertades individuales. Los medios de implantación y difusión de esta ideología son la propaganda masiva, las leyes y los sistemas educativos.

Un ejemplo: es un totalitarismo insoportable que el Estado financie tratamientos y cirugías de modificación genital (no lo llamaremos de "cambio de sexo", puesto que ya hemos visto que tal cosa es imposible), obviando y ocultado a la sociedad los sufrimientos y secuelas de las personas afectadas, y que, sin embargo, se prohíba y castigue con fuertes multas, a quienes quieran retomar su heterosexualidad, utilizando sus propios recursos.

Actualmente en España el Estado ha impuesto la ideología de género en las autonomías a través de las ya vigentes leyes de Igualdad (en Aragón, Ley 18/2018 de 20 de diciembre). Además muchos medios de comunicación, series de televisión… ayudan a promoverla.

Con la complicidad del Estado, el feminismo radical y la ideología de género pretenden sustituir a los padres en su derecho a educar a sus hijos como mejor les parezca. Los padres no podemos permitir este atropello. La dimensión moral de la sexualidad corresponde exclusivamente a la familia; los aspecto biológicos, lógicamente podrán tratarse en la escuela.

¿Por qué deseos, sentimientos, tendencias (que pueden cambiar) de ciertas personas han de convertirse en norma ¿Por qué criticar el dogma de género está penalizado ¿Por qué no se escucha al Colegio de pediatras Americano cuando nos cuenta que los tratamientos hormonales para bloquear la pubertad y las cirugías genitales constituyen abuso infantil Intereses políticos y económicos nacionales y supranacionales pretenden dirigir nuestras conciencias, decirnos qué debemos pensar, cómo debemos hablar, convertirnos en perfectos y sumisos consumidores. Habremos que contrastar informaciones, forjarnos una opinión propia y, luego, si es lo que concluimos, plantar cara por la vida, la familia y la libertad. Nos jugamos mucho.