Opinión
Por
  • ENRIQUE SERBETO

Navarra

VIAJANDO en moto entre Castejón de Sos y San Sebastián, he pasado muchas veces por los pueblos del norte de Navarra, donde las ikurriñas eran más abundantes que en la misma Guipuzcoa. En parte, es verdad que esos pueblos navarros y vascos se parecen tanto entre sí como dos gotas de agua. Y también lo es que para media Pamplona la playa de la Concha de San Sebastián es la mejor referencia del verano. También es verdad que los pueblos de Navarra que están cerca de los valles de Hecho y Ansó hablan con el mismo acento que los de Huesca y que en la zona de Sos del Rey Católico no sabe uno bien si está en Navarra o en Zaragoza. Así ha sido siempre hasta que desde el nacionalismo vasco, radical o más radical, se han dedicado a hacer mapas y a construir relatos históricos basados en una fantasía racial. Una vez, cuando llegué con la moto a San Sebastián y le enseñaba a mi sobrino el recorrido que había hecho me oyó decir que había "pasado por Navarra por aquí y por allá entré en el País Vasco". Él me respondió con

toda su inocencia: "¡Pero si Navarra es Euskadi!". Y ante mis intentos de explicarle la realidad con gran paciencia, su reacción fue para mí asombrosa: "Pues como te oiga la seño decir esto, te la cargas".

Mi sobrino ha crecido y ahora es más o menos capaz de entender que no todo era como le enseñaron. Yo creo que se salvará porque es de los que estas cosas le importan un bledo porque vive detrás de la pantalla de su teléfono movil que debe ser como un mundo paralelo. Pero sigue habiendo víctimas de esa política absurda que inventa fronteras y crea conflictos. Eso es lo que está pasando ahora mismo en Navarra y que con la elección de la nueva presidenta, la socialista María Chivite, no tiene pintas de que vaya a mejorar. Escribo esto precisamente mientras estoy viajando en la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, donde primero se dedicaron a matarse entre unos y otros durante décadas y desde hace unos 20 años han vivido juntos dentro de la UE y ahora hay millones de personas estremecidas ante la perspectiva de que el Brexit les vuelva a separar. Así que sé de lo que hablo.

El poder debe ser muy atractivo. Imagino que los que se dedican a la política no piensan en otra cosa. Pero tomar deliberadamente decisiones -casi siempre innecesarias- que van dividir a las sociedades es algo imperdonable, sea por la razón que sea. Y lo que ha hecho Chivite y le ha dejado hacer Pedro Sánchez es algo que va a dividir más a los navarros. De paso va a dividir también al resto de los españoles, con los efectos colaterales de esta maniobra que a mí me parece injustificable. Sin embargo, en Aragón, el multipacto que ha organizado el presidente Lambán solo se contradice con sus propios principios, que ya es bastante feo, y con la experiencia que tuvo el PSOE en la anterior legislatura de sus tratos con Podemos. ¡Él sabrá! Afortunadamente, en Aragón la batalla política es igual de sórdida que en todas partes, pero por ahora nadie ha conseguido dividirnos ni mucho menos hacernos sentir incómodos con nuestra hermosa condición de españoles. Pero estaremos rodeados de una Navarra inestable y desgraciadamente partida en dos y no hace falta que recuerde cómo están nuestros vecinos catalanes. Al presidente Lambán le va a hacer falta una dosis extra de buen juicio y no estoy seguro de que todos los que ha fichado para su equipo estén pensando en ayudarle para ello.