Opinión
Por
  • PASCUAL ASCASO

O tocas poder o el poder te fagocita

O tocas poder y participas de él o el poder te fagocita; es lo que piensa Pablo Iglesias a la hora pactar con Pedro Sánchez deseoso acérrimo de ser presidente de España. Ese es el escollo mayor, único diría yo, a la hora de pactar o no para poder formar gobierno. Pedro: no quiero darte ninguna parcela de poder pero sí que me ayudes a tenerlo yo todo. Pablo: quiero parte de la tarta o no hay dulce para nadie. Esta es la forma de pensar del uno y otro pero no lo dicen porque si lo hacen se terminaría la conversación a la primera de cambio.

Conforme va pasando el tiempo y el aspirante a presidente ve que si no comparte la tarta puede que no la guste él tampoco, va cambiando su discurso para hacerle entrever que algo le llegará y empieza, aunque a regañadientes, a hacerle alguna oferta pequeña para ver si pica. Cuando Iglesias ve que ha movido ficha se siente más fuerte y no se conforma con lo poco que le ha ofrecido sino que quiere más. Están convencidos entonces de que se van a entender pero van a seguir tensando la cuerda, el uno pidiendo algo más y el otro ofreciendo menos de lo que pide aquel, hasta que llega el momento de firmar el pacto antes de que éste, por avaricia de ambos, se rompa. Esto y no otra cosa es lo que siempre se pacta y después ya veremos qué programamos hacer. De momento hemos solucionado lo nuestro y lo de los ciudadanos es secundario aunque sigan diciendo, faltaría más, que es lo único que importa. Mentira.

La política la convierten siempre todos en un trato de yo te ayudo si tú me das y después hacemos lo que nos venga en gana. Para ello se alían con quien sea a cambio de lo que interesa, aunque sus ideales sean de lo más contrapuestos y acaban siendo colegas con los más repudiados que antes fueron, o no. Ya ven quienes han aupado a Pedro Sánchez al poder. ¿No estoy en lo cierto ¿Creen que lo han hecho de manera gratuita Pues no. Ellos y solo ellos sabrán la tajada que han sacado en el trato. Llaman pacto al mercadeo y todos tan contentos menos los ciudadanos que somos meros espectadores de su trapicheo.

Los ciudadanos, como siempre, a verlas venir y ellos, como siempre, a vivir del cuento. Esto no cambia ni cambiará porque falta dignidad y sobra ambición.