Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Una mesa con responsabilidad compartida

CADA UNA de las patas de la mesa del nuevo Gobierno de Aragón asume una responsabilidad compartida, que no es otra que la de gestionar con rigor, seriedad, esfuerzo y lealtad los recursos de todos los ciudadanos para devolverles, en forma de servicios e infraestructuras, unas prestaciones que mejoren la calidad de vida comunitaria e individual. El proceso que ha conducido hasta la conformación del ejecutivo ha estado marcado por la personalidad de nuestra tierra, con discreción y audacia en la búsqueda de soluciones ante las demandas que las rigideces maximalistas imponen en la política de hoy. Obviamente, unos y otros han tirado y aflojado, incluidos los que externamente pretendían una composición diferente en otro espacio ideológico legítimo que finalmente no ha sumado voluntades.

Consumada la dirección del gabinete en manos de Javier Lambán, ha llegado el momento de dotar de contenido una apuesta por la centralidad y por la defensa de los intereses de la ciudadanía, que exigen discurso y acción, porque más que nunca por sus obras les conoceréis. En la toma de posesión de ayer, revestida de la necesaria dignidad, se verbalizó el compromiso de Madrid con Aragón, una región a la que España le debe no sólo su construcción histórica sino su contribución permanente y fiel. La declaración de intenciones de la vicepresidenta es plausible sólo si, detrás de la grandilocuencia, se pone blanco sobre negro en forma de consignaciones presupuestarias, porque el Estado ha de priorizar a sus territorios con más necesidades frente a los que disponen de una situación más holgada, con el objetivo puesto en el reequilibrio entre quienes han absorbido población y quienes han padecido el vacío. Obras son amores: desde el Pignatelli, a trabajar; desde Moncloa, a vertebrar. Son principios irrenunciables para la integridad del país.