Opinión
Por
  • JAVIER CASTILLÓN

Gracias, Maruja

Hoy necesito escribir. Es veintitantos de julio, hace 40º (literal), pero no importa. Es uno de esos días. De hecho, no iba el teclado y he insistido hasta encontrar otro; son cosas que pasan cuando uno está en eso que los pijimongoles de ahora llaman la "mediana edad". Esa en la que si te compras un traje negro tendrás ocasiones de lucirlo. Cuando llevamos más cuesta subida que por subir y los disparos van silbando cerca. Pasados los 50, vaya. Y en eso ando, viendo cómo cambia el paisaje, acostumbrándome (intentándolo al menos) al arte de la despedida. Marchan como caen las hojas de un árbol en otoño, en silencio, describiendo un agradable bamboleo hasta posarse sobre el suelo. Vidas largas y fructíferas.

Hoy le ha tocado a Maruja, de los Tornil, de "Casa Paco". Extrañaré no verla donde acostumbraba, extrañaré su sonrisa y su interés (siempre) por saber de mi madre. Extrañaré el paisaje que no será el mismo sin ella.

Hace unos días, no sabría decir cuántos, que preguntada por el número de años que llevaba en esto de restaurar estómagos y atender viajeros, me hizo una de esas confesiones rápidas, pero tan reveladora de la persona: "¿Sabes -me dijo-, volvería a hacerlo todo igual, he sido muy, muy feliz". Gracias Maruja.