Opinión
Por
  • FAMILIA ARNALDA CEBRIÁN

No es un mal sueño, es la triste realidad

Carmelo, desde que supimos que esa enfermedad iba a poder contigo, empezamos a echarte de menos. No es fácil plantarte delante de tu destino y elegir la vía rápida. Solo los muy fuertes lo hacen y tú nos has dado una lección.

Tampoco es fácil cuidar de un enfermo en esas circunstancias y Merche, Adriana, Julia y Pilar lo han hecho de diez. Por ello nuestra más profunda admiración. Han estado a tu altura.

Pasó mucha gente. Todos para acompañar a tus mujeres y reconocerte el cariño que has repartido.

Amigos del balonmano, de los trenes y los sellos, de Sancerni y del estanco. Amigos de las motos, del Círculo Republicano, de los escolanos de la Compañía, compañeros de Gaypu y Luna, tu suegra, cuñadas y sobrinos, los hijos de tus amigos, los parientes de Canfranc, amigos de Almudévar y Sangarrén, vecinos del Callejón del Saco, de Padre Huesca y los Danzantes, de la peña Laurentina, de los que Faltaban y del barrio San Martín, amigas de Merche, Adriana y Julia, amigas de tu madre y madres de amigos, amigos de los almuerzos y guiñotes del San Martín.

Todos aquí, a que se nos retuerza el alma por tener que decirte adiós.

Pero desde ya, entregados a la tarea diaria de honrarte con nuestra memoria y recuerdos que, te aseguramos son muchos y buenos. Y aunque ya sabemos que eso del besuqueo no te iba mucho y que si oyeras estas palabras nos "mandarías a paseo", hoy nos tendrás que permitir que te llenemos de besos y abrazos.

También queremos ponerte una tarea: Allí donde estés, localiza a Gabi, reservad una mesa y esperadnos.

Te queremos. Hasta siempre amigo. Descansa en paz.