Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El comercio, en el centro

La confluencia de huertanos y tenderos en la Fiesta del Mercado demuestra que la ciudad de Huesca es fiel a sus raíces y su historia. Y eso que no siempre fue así, porque en los primeros años de los setenta la emoción del hermanamiento con Tarbes hizo sustituir el protagonismo de tan inveterada costumbre por un lazo que no demanda supresión alguna de las tradiciones para lucir como corresponde. Ancestralmente, hasta la plaza hoy dedicada a uno de los más preclaros oscenses de la historia, Luis López Allué, se aproximaban las hortelanas para confluir con quienes ya se dedicaban al noble oficio del intercambio de productos y servicios por dinero y especies varias, siempre con la justicia y la justeza en la valoración. Que en 2019 se sostenga la festividad y se rinda tributo a profesionales que han sumado al legítimo negocio la vocación ciudadana constituye toda una declaración de intenciones. Por más que no se le puede dar la espalda a la evolución ni al vertiginoso transcurrir globalizador de las comunidades, nadie espere ver a Jeff Bezos dirigiendo la Banda de Música durante los movimientos de los danzantes ni a los directivos de Amazon sirviendo bocadillos de jamón para celíacos. Ni un algoritmo partirá y distribuirá melón con el cariño, la cara y los ojos con los que se exponen los representantes del comercio de proximidad.

San Lorenzo nos trae cada año una enseñanza que nos dicta todos los días, singularmente el 11. Tenemos que querernos. Mucho. Más. Hemos de creer en nuestra condición personalísima, arraigada en la tierra igual que se enraiza y crece la albahaca y los productos que, con mimo, ponen en nuestra mano las tiendas que acuden a las huertas a por los frutos. El comercio ha de estar en el centro, porque si lo desalojamos a la periferia de nuestras vidas todos perderemos.