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  • Diario del Altoaragón

Hostelería, donde las fiestas se juegan el tipo

Las fiestas se viven en la calle y se fraguan en la hostelería. Es nuestra cultura, nuestra mentalidad. La España festiva, en la que Huesca tiene un papel fundamental, luce en una faceta en la que ha sido tradicionalmente sobresaliente: servir. Quizás ese sea el motivo por el que hoy, en una sociedad diferente, con valores modificados y con prioridades distintas, añoramos algunas de las buenas formas que tradicionalmente tenían los camareros que combinaban un carácter amable, una fina ironía y un punto de psicología, porque, sobre todo, disfrutaban de una profesión admirable.

San Lorenzo ha "bendecido" siempre a los bares, cafeterías, restaurantes y hoteles. Y, sin embargo, han variado los conceptos hasta el punto de que hay establecimientos que han cerrado sus puertas en las fechas críticas de la ciudad, en una mezcla de estimación de una rentabilidad devaluada, de falta de personal cualificado y de la nueva reglamentación del registro horario que ha tensado la cuerda del equilibrismo de este sector. En el balance que hoy mostramos, la satisfacción impera porque se han llenado las camas, los manteles y las barras, por la excelencia innata de la fiesta, la conveniencia de las fechas y también, analícese, por la falta de concurrencia de algunos de ellos que han preferido la comodidad -legítimamente- de sortear todas las barreras. Algunas de ellas son estructurales -la formación profesional sigue padeciendo muchos defectos y escasas voluntades-, otras coyunturales, pero conviene realizar un esfuerzo de reflexión y de debate para dibujar el escenario preciso desde una conclusión irrenunciable: que los empresarios y trabajadores de esta actividad constituyen una parte indispensable de la imagen de la fiesta laurentina, de interés nacional por la calidad y el esfuerzo de toda la ciudad.