Opinión
Por
  • FIDEL GARCÍA MARTÍNEZ (GIJÓN)

San Lorenzo y sus lágrimas en Huesca

La festividad litúrgica de San Lorenzo, en plena canícula oscense, que tanta referencias tiene en toda España y muy especialmente en San Lorenzo del Escorial, en donde el gran rey Felipe II, a quien la leyenda negra, incluso la española, sigue presentándolo como la antítesis de lo que fue un gran rey y un extraordinario y prudente gobernante, en cuyos dominios no se ponía el sol, erigió el impresionante y roqueño monasterio, una de las maravillas del mundo al gran diácono y mártir san Lorenzo, servidor de pobres, humildes y viudas, que el cruel y sádico gobernador romano mandó asar vivó porque confundió con los tesoros ocultos de la Iglesia, algo que suelen hacer todos los déspotas perseguidores de la Iglesia Católica de todos los tiempos, incluido ahora, todos están ansiosos de sacar dinero a cuenta de los bienes eclesiásticos o apropiarse de ellos.

También Huesca se vuelca en las fiestas de San Lorenzo, a quien Aurelio Prudencio cantó con encendidos versos; y trata de rastrear las lágrimas San Lorenzo en su cielo veraniego intenso. Algunos, curiosos impertinentes atribuyen un origen mitológico a este fenómeno atmosférico y negando la ciencia y la fe, hablan de Perseo, un raro mito que nada explica y todo la enreda, pero infla de vanidad a todos los que negando la verdad de San Lorenzo, abrazan con tesón sus propias ocurrencias. Algunos aún sostienen que la Ciencia y la Fe son incompatibles, cuando la realidad es que son complementarias y no excluyentes. Ya el gran Galileo defendía que los dos caminos para llegar a Dios son la Biblia y la Naturaleza. San Agustín el padre intelectual del Occidente, afirmaba que la Biblia no enseña cómo van los cielos, sino como se va al Cielo.