Opinión
Por
  • ANTONIO VALDÉS PALACIO

Políticos ocasionales y políticos vocacionales

Nuestro país se ha visto salpicado de escándalos de corrupción política a todos los niveles. Eso dentro de lo que sabemos, ya que el tema del hurto en las instituciones públicas es parecido al de los alijos de droga, que hoy cogen 100 kilos y por otro lado entran 1.000. Resulta necesario controlar los patrimonios de los políticos detenidamente, para ver si existe exceso de liquidez que sea indicio de una trama de blanqueo de dinero. El problema español consiste en que no existen tan apena políticos vocacionales entregados a su trabajo y con la suficiente honradez para limitarse a cobrar su salario. Son personas que miran por el pueblo y hacen obras respetables para que se cree empleo. Tienen un código ético moral lo suficientemente alto para no caer en el juego de los maletines. Con este planteamiento realizan todos los arreglos necesarios para las tareas a las que se dedican, incluidos los de mantenimiento, como puede ser arreglar los baches de una ciudad. Los políticos ocasionales, como esto no les da dinero, lo dejan de lado. Estos últimos personajillos son delincuentes de guante blanco que se mueven alrededor de las empresas concesionarias de obras, a ver cual les da más dinero bajo mano para llenarse los bolsillos. No miran el bienestar de los ciudadanos, sino el suyo propio. Hacen de su puesto de representante del pueblo un negocio, y se dedican a construir obras sin tres ni revés, el caso es manejar millones para embolsarse dinero. Pues bien, con estos roedores de las arcas del Estado, las obras públicas se van a hacer sin cabeza y con un alto coste. En un país es imprescindible, como en una empresa, invertir bien el dinero en infraestructuras rentables que después darán beneficios para hacer obras sociales.

Necesitamos tres frentes abiertos para acabar con esta situación. 1.- La unión entre fiscalía anticorrupción y poder judicial, para sacar imputaciones y luego juzgarlas. 2.- Endurecimiento del código penal para que los corruptos no vean más la calle. 3.- La no prescripción de estos delitos. De no hacer todo esto, estos avaros sin escrúpulos van a dejar las arcas del Estado vacías y el país en la miseria.