Opinión
Por
  • ENRIQUE SERBETO

¿Son gratis las autovías?

¿Son gratis las autovías?
¿Son gratis las autovías?

Se ha escuchado en los últimos días una cantinela que parecía un globo sonda o una maniobra como lo que la policía llama "mover la caja" para ver cómo asuena e intentar averiguar qué puede haber dentro. Me refiero a la propuesta de implantar un pago por el uso de las autovías, que no tardó ni un día en convertirse en argumento de confrontación política. Esto -la confrontación- es lo más normal del mundo, teniendo en cuenta que estamos llegando a un punto en el que la convocatoria de elecciones parece ser la salida inevitable de esta batalla de cabezudos en que se ha convertido la negociación política, cuando en mi opinión este es un tema que debería haber quedado para el consenso básico de las principales fuerzas políticas. Las autovías son como las arterias y las venas de nuestra economía y aunque hoy sean todavía unas de las mejores de Europa, o puede que del mundo, ampliarlas y mantenerlas para que lo sigan siendo tiene un coste para el erario público que no es irrelevante.

La mayoría de los que tienen la amabilidad de leer estas líneas creerá que las autovías son gratis, pero se equivoca. En realidad hasta el diccionario contribuye a la confusión sobre el significado de la palabra gratis, que no significa en absoluto que algo no cueste, sino solamente que no lo paga el que habla. Pero alguien lo paga. Es decir, que no hay nada gratis. Si a usted le invitan a un sitio donde no tiene que pagar la comida no significa que sea gratis, porque alguien lo pagará o al menos aceptará no cobrar por ello, que es lo mismo. Y las autovías no son gratuitas, ni siquiera si se comparan con las autopistas de peaje. Costó mucho dinero construirlas, incluso teniendo en cuenta que una parte fue financiada por la Unión Europea (que a su vez usa las contribuciones de los países ricos) y fueron pagadas con los impuestos que vienen de nuestras contribuciones individuales.

El debate en este caso -y viene muy bien el ejemplo de las autovías- es si preferimos que esto lo sigan pagando los contribuyentes en general, lo que incluye por ejemplo a personas que ni siquiera tienen coche aunque potencialmente se benefician indirectamente de que existan, o que lo paguen fundamentalmente aquellos que lo utilizan directamente, porque son ellos los que eligen beneficiarse de su existencia. Los economistas y los teóricos de la fiscalidad se dividen entre los partidarios de lo primero, que prefieren la igualdad a toda costa aunque sea a cambio de una injusticia mayor, y los que ignoran los beneficios colectivos o sociales y creen que la verdadera justicia está en la distribución de los costes a través de la responsabilidad de cada cual. Ninguno de los dos tiene una receta que sirva siempre para todos los casos. Yo tampoco. En mi caso me limito a advertir de que habrá que decidir cómo se paga en el futuro el mantenimiento de las nuestras cuando seamos nosotros, más ricos que ellos, quienes tendremos que contribuir además a que construyan autovías en Polonia o en Rumanía. ¿Un peaje? ¿Un impuesto? ¿Una mezcla de las dos cosas? En todo caso, no vale la pena hacer de ello una munición electoral porque el partido que lo haga estará escupiendo al cielo. Y ya se sabe qué pasa cuando se hace algo así.