Opinión
Por
  • ANTONIO VALDÉS PALACIO

La vida del desempleado

La barrera del paro llegó a los 6 millones y nos encontramos con un trauma social para las personas que se encuentran en esta situación. Su poder adquisitivo ha bajado debido a que la prestación es inferior a su sueldo. Muchos son los casos de gente que tiene a su cargo niños y una hipoteca que pagar. Se trata de un desasosiego para las víctimas de este mal estar esperando a encontrar trabajo antes de que pasen los dos años de prestación. Van de un lado para otro a presentar su currículum vitae para ver si salta la liebre y se pueden recolocar. Mal económicamente y mal psicológicamente. No son pocos los casos de personas que sufren trastornos como la depresión ante la encrucijada de circunstancias en que se encuentran. El estrés y la ansiedad van unidos a este cuadro de desgracias. La cabeza no para de pensar en el presente y en el futuro. Una vía de escape a este aburrimiento y melancolía está en los cursos de formación, pero el problema es que no llegan para todos. Es una verdadera lástima que un país como el nuestro haya caído tan bajo. Más de 2 millones de familias han llegado a estar con todos sus miembros desempleados. Ya se me cae el alma al suelo cuando pienso en los parados de larga duración que han de subsistir con 420 euros. Todos los que podemos debemos ayudar a instituciones como Cáritas o las ONGs para que apoyen a estos seres humanos con alimentos de primera necesidad para sobrevivir. El estado tiene que colaborar con estos organismos a base de partidas importantes de dinero que permitan comprar productos para la manutención. Bruselas, que ha apoyado tanto a los bancos para nada, debe crear un plan especial dedicado a los parados, donde se les complemente las ayudas que están recibiendo. Todos unidos hemos de hacer un frente común para acabar con la pobreza que ha traído consigo esta crisis tan brutal.