Opinión
Por
  • JOSÉ MURILLO

El hombre elefante

Érase un hombre amigo de los animales que constituyó la Asociación: "Amigos de las mascotas". Y monto una colonia de elefantes. Él, cuidaba con especial esmero a un magnífico ejemplar hembra, de unos veinte años de edad y alrededor de cinco mil kilos de peso, de buenas hechuras, relativa agilidad y que le resultaba especialmente graciosa. Un día mientras veía el telediario, este hombre llego a la conclusión de que él, aunque tenía apariencia de hombre, era en realidad un elefante. Y proclamaba: "Soy un elefante, atrapado en un cuerpo de hombre". Conforme a la legislación vigente, fue al Registro Civil para subsanar esa subjetiva inexactitud, y consiguió su nueva identidad: Ya era oficialmente un elefante. Las correcciones morfológicas resultaban algo más difíciles, porque, aunque hormonas y bisturí consiguen cambios sorprendentes, la biología todavía tiene sus límites. El hombre elefante decidió casarse con su elefanta favorita. Acudían a celebrar la boda en un carruaje descubierto, muy adornado con motivos vegetales, que la graciosa elefanta degustaba con fruición. Se auto invitaron Ministros y otras Autoridades, porque barruntaban que ahí había un filón de votos. La "novia" no cabía por la puerta de la iglesia, y Fuerzas de Seguridad del Estado, a las órdenes de la Autoridad Política, y algunos miembros de Organizaciones No Gubernamentales, la empujaban, pero no conseguían que entrase, por razones de peso...y de anchura. Finalmente, al elefante hembra se le relajaron los esfínteres y... Ministros y otras Autoridades se apresuraron a perorar sobre la importancia cosmológica de la Libertad de elección de género.