Opinión
Por
  • JUAN CARLOS SANAGUSTÍN MAS

Elegía para un amigo

Solo su corazón, solo y herido/ espera en el andén de los regresos/ de la misma estación del que ya es ido.

Cabizbajo medita y con sus rezos/ a la tierra advierte que nunca olvide/ que prestados guarda tan nobles huesos.

Y aunque su forma de pensar no impide/ a la razón acariciar el cielo,/ ayuda al alma y entenderlo pide.

Presente su impotencia, es su flagelo/ y viste su dolor de rabia y duda,/ de recuerdos vanos y de recelo.

Elevarse quiere... ¡verdad... qué cruda!/ el lecho tan frío de la sepultura/ heló la amistad dejándola muda.

Y sin más compañía ahora, en su andadura,/ que el soliloquio triste, ante la ausencia/ de su espada, rompe la empuñadura.

El diálogo acaba... la confidencia,/ el silencio corta como guadaña/ pues la muerte ofende a la inteligencia.