Opinión
Por
  • MIGUEL ÁNGEL BALLARÍN

Un planeta B

Quien miente se hace reo de su mentira, dado que si esta se desmorona puede arrastrar su crédito. Mas el éxito de su mentira puede aún llevarle de reo a convicto, de modo que acabe tragándose su propia falacia.

Eso parece ocurrir con los directivos de las grandes corporaciones industriales ante la perentoria necesidad de sostener sus "holdings" e incrementar sus beneficios. Pobres por necesitados, que realizan costosas campañas de inexactitudes y mentiras sobre aquello que se oponga a sus intereses.

Campañas que parecen calar, a juzgar por las opiniones que manifiestan la gran mayoría de personas con las que hablo.

Me dicen que "es inasumible la disposición de cargadores rápidos para coches eléctricos en los garajes de grandes edificios", cuando esos grandes edificios están en ciudades donde se usa a diario el coche en desplazamientos de menos de 5 kilómetros de promedio, esto es, menos de 10 o 1 diario, cifra que viene a suponer, a su vez, menos de una décima parte del consumo doméstico familiar. En dicho uso urbano bastaría una carga completa cada dos o tres meses, si bien sería inasumible que todos o la mayoría de vecinos quisieran hacerla a la vez, como lo sería que todos los regantes de un canal hicieran lo propio.

La duda sembrada no es inocente si se tiene en cuenta la larga tradición en reparto de riegos y que las grandes empresas se basan precisamente en estadísticas ya que ni un banco dispone de efectivo para una eventual demanda generalizada de sus clientes, ni una aseguradora podría afrontar una reclamación masiva, etcétera.

En cuanto a las viviendas rurales y edificios de menos de cinco plantas, podrían ser perfectamente autosuficientes aprovechando un poco de esa energía procedente del sol que supone anualmente un aporte similar a toda la energía fósil que supuestamente atesora el planeta aunque a juicio de alguno "la energía solar no sirve para nada".

Esos mensajes calan a tal punto que casi todas las personas mayores que me abordaron sorprendidas por el fenómeno meteorológico más extremo del que se tienen datos (dando lugar a la última y más gran riada del Sosa) en Monzón, acababan apostillando confidencialmente "es culpa de los ecologistas que no dejan que se limpie el río".

Se llega al extremo de ocultar o manipular los datos climáticos, relativizándolos dentro de una intensa campaña de desprestigio de la ciencia.

La bomba de relojería está sobre la mesa y algunos siguen empeñados en convencer a todos de que es un reloj. Y yo me pregunto, ¿borrachos de éxito han perdido definitivamente de vista la realidad? O, ¿piensan estar lejos de la sala cuando estalle. Es decir, ¿tienen un planeta B aguardándoles?