Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El turismo aragonés en busca de la eficiencia

Semánticamente, la eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto deseado. Económicamente, se puede traducir por la optimización de los recursos para obtener los réditos más sustanciosos, esto es, la consecución de los rendimientos máximos a los que se puede aspirar de acuerdo con los medios humanos y materiales disponibles. El camino hacia ese estadio a través de la concurrencia de virtudes y de valores como el esfuerzo, la creatividad, la austeridad, la innovación y la pasión define a quien no duda en poner de su parte absolutamente todo para que cruzar la meta en una prueba permanente, repetida, recurrente. Es lo que sucede con el turismo, que precisa de la combinación eficaz de la acción institucional y de la iniciativa privada para generar riqueza y, de paso, garantizar la dignidad en las retribuciones y las ganancias de todos los agentes implicados en el sector.

El Gobierno de Aragón acude a Fitur la próxima semana con la pretensión de mostrar al mundo (tal es el ámbito y la proyección de la Feria Internacional) los argumentos de un turismo sostenible de interior con una extraordinaria riqueza de destinos con atractivos tan poderosos como diversos. Esa dualidad, precisamente, es una de las grandes fortalezas de nuestra comunidad autónoma y, dentro de ella, de nuestra provincia, que agrupa a lo largo de las diez comarcas magníficos tesoros monumentales, sugerentes espacios de la naturaleza, actividades socioculturales entre la prehistoria y la vanguardia más exuberante, una oferta excitante de aventura y una gastronomía exquisita. Todo ese universo quedará expuesto en un sugerente espacio ferial, en el que la otra parte del capital aragonés vendrá de una amabilidad que acoge, atrae y seduce. Calidez en medio del invierno.