Opinión
Por
  • VICENTE FRANCO GIL

Víctimas del progresismo

El nuevo orden mundial, dicen que el del progreso, está mostrando el lado más oscuro de la vida. El incipiente gobierno español quiere volver a cornear la entraña familiar, esa institución molesta donde se educa responsablemente a los hijos, para intentar descomponer la solidez que aquella otorga a la estructura social. Ahora toca articular en las aulas una ideología adoctrinadora, sectaria, incluso pornográfica, doblegando a los alumnos a ingerirla desde temprana edad, un intento institucional de usurpar la labor educativa de los padres convirtiéndolos en meros espectadores de la peculiar visión antropológica del totalitarismo gubernamental. Son los padres quienes se arrogan el derecho-deber de educar a sus hijos según estimen conveniente, aval que confiere la Constitución española y los Tratados internacionales, sin que agentes externos priven las prerrogativas inherentes a los mismos. Con todo, este gobierno debería evitar su personal visión revolucionaria que, llena de falsedades insostenibles, quiebra el principio de pluralidad, la libertad ideológica y la de enseñanza. El pin parental y el cheque escolar sería lo más positivo para que el progreso gozara de credibilidad, y para que nuestros hijos dejen de ser víctimas de un despotismo caducado.